De vez en cuando los animales que son menos capaces de soportar los cambios van desapareciendo, dando paso así a que los más capaces vayan sobreviviendo y reproduciéndose, así las generaciones venideras heredarán los mejores rasgos, así por ejemplo si hay dos focas, y se acerca un oso polar hambriento, la foca más lenta, la más baja en grasas saturadas, y la que le aporte menos colesterol al oso polar será la capturada, así la foca rápida y más astuta será la sobreviviente, y cuando la sobreviviente tenga foquitas, se espera que sus hijos hereden algunos de los rasgos que han hecho que siga con vida, como pueden ser la misma velocidad al escapar o la astucia para escabullirse de las fauces del hambriento oso polar.
Podemos ver que en la selección natural, el más fuerte es el que sobrevive, sin embargo, el término fuerte, no debe tomarse como fuerza física, sino una fortaleza en todo ámbito, como por ejemplo una fuerza intelectual, la cual es también importante (y la más importante diría yo), ya que una persona inteligente (obviando toda la problemática que lleva consigo el término), vive mejor, soluciona sus problemas rápidamente, etc. Por lo tanto, se puede decir que la selección natural tiene también otras acepciones, hay gente que dice que nosotros los humanos buscamos caderas grandes por una necesidad reproductiva, aunque bien este argumento podría ser sólo una artimaña de aquellos empedernidos miradores, no deja de ser verdad. Pero también podríamos ver la selección natural en la economía, ya que a medida que un producto va adaptándose a los cambios en el mercado, como lo pueden ser los precios, la distribución, la versatilidad del producto, las nuevas necesidades entre otras cosas, y así van lentamente desplazando a la competencia, como pasa día a día con los nuevos productos tecnológicos que salen al mercado, es cosa de ver un poco hacia atrás y ver la diferencia de precio, y de adquisición de los primero teléfonos celulares, en donde por el mismo precio que pagabas antes, ahora tienes algo que lo único que le falta es comunicarse de manera holográfica a los Star Wars, y aprovecho de decir a Steve Jobs que es acérrimo lector de mi blog, que la haga corta, y que ya espero esta función en el iPhone 6.
Y probablemente como no se estén preguntando, ¿Qué tiene que ver todo esto de la selección natural con los nombres? Mucho les diré y es que a continuación pasaré a comunicarles (no holográficamente gracias al señor Jobs) cómo es que la selección natural influencia a la desaparición de ciertos nombres de las personas, lo que probablemente responda a una cuestión netamente epocal.
En el mundo en que vivimos, existe mucha gente que es de conocimiento público, a ninguno de ustedes les es difícil pensar en alguien si les nombro a personajes del jet set criollo, probablemente no estén al tanto de los más recientes romances, pero el solo hecho de escuchar el nombre de alguno de estos personajes les dará escalofríos a más de alguno, y no necesariamente tienen que ser personajes de la farándula criolla, hay nombres en la política nacional que también nos generan un poco de resquemor, y qué digo política nacional, en el mundo entero, y de todas las épocas, y aunque exista gente que llamó Nerón a alguno de sus hijos, nos es imposible no pensar en aquel tirano bastante extravagante del Imperio Romano, y así nos puede pasar con un centenar de nombres que han ido desapareciendo paulatinamente por el simple hecho que un personaje con aquel nombre no fue muy bienvenido y no son vistos tampoco con mucho agrado entre las gradas del público.
Es así como la selección natural va haciendo que ciertos nombre sean cada vez menos frecuentes, por ejemplo dudo que alguien piense por estos días ponerle a alguna de sus hijas o hijos, el nombre de Edmundo, Nathaly, Augusto o Adolfo, o nombres que recuerden a personajes que por sus actos no son merecedores de nuestros vítores, y es que con el show mediático que existe gracias al primer sujeto (del cual parece casi imposible no enterarse gracias al ataque de revistas, comerciales, diarios, etc.), el nombre parece manchado completamente, y son olvidados grandes personajes con aquel nombre, como puede serlo el famoso economista mexicano Edmundo Flores. Cabe destacar en este punto que justamente el criterio para decidir si la acción del sujeto fue buena o mala, esto recae en una cuestión netamente personal, así como un ateo puede presentar una negativa a ponerle a su hijo nombres bíblicos, o alguien pueda ver en el pequeño Edmundo un ejemplo a seguir y darle el honor de llamar a su hijo así, esto va a depender netamente del pensamiento de la persona.
¿En qué está repercutiendo este fenómeno? Bueno, cada cierto tiempo podemos ver en los diarios o en programas de televisión ciertas listas que indican los nombres más usados, los más extraños, los que están de moda, etc. El nombre en sí, es algo indeterminante en lo absoluto para el ser humano, aunque en ciertos sentido si por ejemplo te llamas Lámpara, es obvio que existe un problema de por medio, quizás sufras de bullying en la escuela o cosas así, pero por lo general, el nombre no causa nada en el hombre, el desarrollo intelectual y social, político y cultura, se daría de la misma manera aunque tuviéramos en vez de nombres sólo una cifra con la cual identificarnos, y en este punto me acuerdo de la serie Gen Mishima, en donde los alumnos al preguntarles por su nombre, respondían con su códico genético (AC-C2-CA-R4). Sin embargo es cosa de ir a darse una vuelta por las ferias artesanales y encontrar pergaminos que definen los significados de los nombres, como si el llamarme Nicolás necesariamente indicara que llevaré a mi pueblo a la victoria, cuando la verdad es que ni pueblo tengo.
Es obvio en este sentido que surja la necesidad de tener un nombre único, original y que ojalá signifique lo más grandioso posible, es por esto que es común encontrar nombres que desbordan originalidad, como lo son Krizpta, Phasskalle, Balloleth, K'rla, Zxamorith, Yizala o Keybut en el caso de las mujeres, y Yaris, Kenzo, Paritonga o Klever en el caso de los hombres, y es que en estos días el nombre original pareciese predeterminar un gran futuro para sus afortunados poseedores.
Es así, como la selección natural de los nombres es llevada a cabo por nosotros mismos, que dejamos de lado aquellos nombres que no son adaptativos para el futuro, o que simplemente no se lo merecen, y dejamos los nombres que tienen más plusvalía en este nuevo mundo.
Tengo mis reservas sobre la teoría o modo de teoría de la seleccion natural que presentas, lo cual no vale discutir ya que el sentido de la nota no cambia o al menos no intento cambiarlo, en otras palabras pragmaticamente hablando importa bastante poco, por no decir me vale madres, o me importa una wea, porque suena feo.
ResponderEliminarEn cuanto a lo de los nombres, concuerdo contigo al decir que materialmente no importa demaciado, pero la contrastación social/psicologica que se entablece sí le da relevancia al nombre, has dado claros ejemplos de ello, como es el caso de el pequeñ@ "Lámpara". Al menos ya sabemos que camino seguír, tú nos guiarás "Nicolás" y yo los defenderé "Sergio", ahora solo nos falta la tropa de pelotas que nos crea y estamos dados (Y)
Recuerdo la selección natural que me pasaron en basica y concuerda totalmente con tu definición, bastante clara y directa.
ResponderEliminarAdmito que cuando relacionaste esto de la selección con los nombres no le vi conexión alguna y me sorprende ver las observaciones que haces, escribes acerca de temas que quizas a la mayoria de la gente ni se le pasa por la mente. Ahora solo me queda hacer algo para no perder la continuidad de mi nombre (que me gusta bastante) .